Las tortugas marinas son uno de los reptiles mas antiguos del mundo, y habitan la Tierra desde hace aproximadamente 200 millones de años; la época en que los dinosaurios se estaban convirtiendo en los animales terrestres dominantes. A lo largo de su evolución han sobrevivido a varios cambios catastróficos, climáticos y geológicos, lo que les ha hecho cambiar de hábitat y desarrollar con ello su capacidad de adaptación al entorno natural. Así, algunas subespecies evolucionaron hacia animales terrestres mientras que otras evolucionaron como tortugas marinas. Hay varias explicaciones para el hecho de que hayan sobrevivido millones de años: cuando el agua se pone más fría ellas hibernan, cuando el tiempo es más cálido y seco excavan un agujero en la arena y pasan allí una temporada, y por último su caparazón, que les protege de cualquier depredador. Y además de estas características, pueden llegar a vivir entre 150 y 200 años.
Hoy en día, sus poblaciones han sido reducidas tan drásticamente que se considera que todas las siete especies de tortugas marinas en el mundo están amenazadas o en peligro de extinción. Existen evidencias relacionadas con el impacto humano que demuestran que ha degradado seriamente las poblaciones de tortugas marinas. Hablamos de acciones como el desarrollo costero, la polución, la caza furtiva, el robo de los huevos en época de anidación, etc. sobre todo en sus hábitats naturales como las costas del océanos pacífico y atlántico, Costa Rica o Florida (EEUU).
Actualmente, para combatir esta situación se está educando a la población mundial para que ayuden en la protección de estos animales; y se está implementando una nueva técnica para redes de pesca llamado TED (Turtle Exclusion Device, ‘dispositivo de exclusión de tortugas’) el cual permite que las tortugas salgan de las redes de pesca. También la organizaciones como WWF están ayudando a proteger a las subespecies con mayor riesgo de extinción.
Además, los programas de voluntariado nacional como internacional son importantes desde dos puntos de vista. Por un lado, se involucran personas de la sociedad civil en los procesos de conservación de las tortugas, creando un conocimiento técnico en estas personas y promoviendo una conciencia pública cada vez mayor en este sentido. Por otro lado, estas personas que van a trabajar en las playas de anidación van a requerir de diferentes servicios durante su estancia como alojamiento, alimentación, transporte, entre otros. Estos servicios en general son prestados por los pobladores locales, lo cual genera un ingreso económico muy importante para mejorar la economía local.
Aún así, es importante hacer un turismo responsable y realizar acciones que no obstaculicen el proceso natural de las tortugas, como ha pasado en numerosas ocaciones debido al turismo masivo, como podemos observar en la siguiente imagen:
En BLUA colaboramos con una organización costarricense que trabaja por la conservación de la tortuga, y pretende también mejorar las condiciones de vida de las comunidades locales así como concienciar sobre la importancia de proteger sus recursos naturales.