Voluntariado en la amazonía ecuatoriana
El año pasado fui a Ecuador para trabajar como voluntario en un centro de rescate de animales salvaje.
Era un sueño que tenía hace varios años, desde antes de terminar el Instituto y finalmente pude llevarlo a cabo con la ayuda de las chicas de Blua.
¿Cómo cumplí mi sueño?
Llegué a Quito por la mañana y tuve el tiempo de dar una vuelta por el casco antiguo de la ciudad y disfrutar de un poco de vida nocturna en el barrio de La Ronda (antiguo corazón bohemio de la ciudad!) antes de empezar mi viaje en autobús hacia la selva amazónica. El viaje de por sí fue impresionante: pasamos lentamente del altiplano de Quito, salpicados de volcanes, hasta las montañas tropicales que abren el paso a la cuenca amazónica, entre cascadas, ríos y una vegetación cada vez más espesa. Llegué al punto de encuentro designado por el Centro justo antes del atardecer y fue ahí que me di cuenta que por fin había llegado a Amazonia: ¡me rodeaban los sonidos de miles de animales!

Mi trabajo como voluntario
Pasé las dos siguientes semanas trabajando en las instalaciones del Centro. Tengo que agradecer mucho a los dos coordinadores, Simon y Helen, que me acogieron y me acompañaron con cariño desde el primer día para conocer paso a paso los animales del centro y sus historia. Trabajar en un Centro de rescate animal salvajes siempre había sido mi sueño aunque la verdad tengo que confesar que al principio tenía una idea muy equivocada de todo, quizás demasiado romántica y poco realista…

La dura realidad de los centros de rescate animal
En el Centro aprendí que desafortunadamente un porcentaje muy alto de los animales que llegan aquí no podrán volver nunca jamás a reinsertarse en la naturaleza. Algunos de ellos ha sido incautados a traficantes de animales (el trafico de animales es el tercer negocio del mundo), otros a particulares que los tenían en sus casas, otros llegan rescatados de la policía o de gente local que a veces encuentran crías perdidas sin sus madres que ha menudo han sido victima de traficantes o cazadores.
En los casos de los animales adultos (tanto aves como mamíferos) criados en cautiverio, la posibilidad de reinserción en la naturaleza es prácticamente nula. Los animales no saben cazar y cuidar de si mismo y muchas veces llegan a los centros de rescate con graves trastornos sicológicos debido a su cautiverio y al maltrato recibido. En estos caso los centros son la ultima oportunidad para que puedan vivir en paz y en un entorno tranquilo el resto de sus días. Sin embargo esto comporta una serie de gastos de mantenimiento muy importantes (construcción de grandes jaulas o espacios naturales aislados por cada especie, dieta especifica, gastos médicos) que a menudo son muy complicados de asumir por parte de los centros de rescate, casi siempre iniciativa de privados y con poco o ningún soporte económico por parte del Estado.

Por suerte a veces cuando llegan crías muy pequeñas o animales adultos que han vivido cautiverios muy cortos, las posibilidades de reinserción son más altas, aunque en este caso el trabajo consiste en encontrar el lugar adecuado para dejarlos en libertad sin afectar otras especies o sin el riesgo de que puedan caer en mano de traficante y cazadores en poco tiempo.
Trabajar en un Centro de Rescate de animales salvaje ha sido una experiencia dura, sobre todo emocionalmente, pero impagable a nivel de todo lo que he podido vivir y aprender. Al volver a casa después de 18 días me pareció haber estado fuera 1 año entero! Agradezco también la alegría y las noches de charlas que compartí con los otros voluntarios, chicos y chicas de todo el mundo, ¡espero volver a veros pronto!
Joan, 2017