Indonesia es un archipiélago formado por más de 15000 islas en el sudeste asiático. Debido a su posición en el ecuador terrestre tiene un clima tropical con diferentes épocas de monzón, lluvias o sequía. El clima y la posición geográfica hacen que sea uno de los países con mayor biodiversidad del mundo, siendo rico en especies animales, vegetales, ecosistemas y culturas.
En cuanto a ecosistemas terrestres, Indonesia posee los denominados Bosques del Paraíso que albergan manglares y bosques pantanosos, así como selva tropical. Estos bosques albergan una gran biodiversidad y muchas especies endémicas, de hecho se calcula que hay más de 500 especies animales, 1600 especies de aves (entre las que se incluyen las aves del paraíso) y más de 30000 especies de plantas, especialmente orquídeas únicas en todo el mundo. Estos bosques también son el hogar de animales como los orangutanes y el rinoceronte de Java, especies gravemente amenazadas debido a la destrucción de hábitat.
Precisamente, Indonesia acarrea numerosos problemas relacionados con el medio ambiente. Por un lado, es uno de los países con mayores emisiones de CO2 del mundo debido a la deforestación. Esta deforestación se debe a la industria maderera y a las plantaciones de aceite de palma. Lamentablemente es el país del mundo que más rápido se está deforestando, habiéndose quemado o talado 74 millones de hectáreas en los últimos 50 años.
El aceite de palma es un aceite de producción de bajo coste y en Asia se utiliza como en el aceite de oliva en el mediterráneo; forma parte de su alimentación y es uno de sus recursos básicos. El producto en sí mismo no es el problema (aunque no sea bueno para la salud por su elevada concentración de grasas saturadas) sino que el “problema” se debe a la forma en la que se produce y manufactura. Además se utiliza en miles de productos que usamos en nuestro día a día desde cosméticos hasta comida, y las grandes multinacionales han visto la oportunidad de abaratar sus costes de producción gracias a él.
Esto afecta inevitablemente a toda la fauna que habita los bosques, en especial a la población de orangutanes y otros primates, y las organizaciones protectoras se encuentran desbordadas con el gran número de rescates que deben realizar. Pero además también afecta a las comunidades locales, ya que los bosques son uno de sus mayores recursos económicos, también por la atracción que suscitan en el mundo del turismo. En 2015 los incendios de bosques llegaron a tal punto que el humo provocó colapsos en el tráfico aéreo y la vida diaria de los habitantes indonesios.
Para solucionar todo este problema hacen falta acuerdos entre gobiernos, políticas concretas de concesiones forestales, etc. Obviamente el problema medioambiental no es sólo medioambiental, sino político-social. Mientras tanto cientos de organizaciones activistas como Global Forest Watch o Greenpeace trabajan en campañas de concienciación y recolecta de firmas para presentarlas a los gobiernos correspondientes y frenar la devastación. También se han creado muchos centros de rescate de fauna y centros de recuperación para la especie más amenazada, el orangután.
En BLUA trabajamos con 2 centros de rescate de fauna salvaje indonesia, cuyo objetivo es salvarlos de las redes del tráfico ilegal para rehabilitarlos y devolverlos a la libertad en los casos que sea posible. También los salvan de la destrucción del hábitat. Los voluntarios tienen la oportunidad de involucrarse en sus actividades y conocer más de cerca la problemática.